Redacción ACI Prensa
Imagen referencial. Crédito: Mateus Campos Felipe, Unsplash.
En la Solemnidad de Pentecostés, que se celebra este 23 de mayo, la Iglesia otorga la posibilidad de ganar una indulgencia plenaria, ya sea para uno mismo o para algún alma del Purgatorio.
El Catecismo de la Iglesia Católica explica que el Purgatorio es una “purificación final” que deben atravesar para llegar al cielo todos aquellos “que mueren en la gracia y en la amistad de Dios” pero que están “imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación”.
Las almas del Purgatorio esperan gozar de la presencia de Dios en el Cielo y para ayudarles en ese proceso de purificación, un católico puede realizar los siguientes pasos:
Tener la firme intención de no volver a pecar, incluso venialmente.
Confesar sacramentalmente todos los pecados.
Recibir la Eucaristía.
Orar por las intenciones del Papa.
Rezar o cantar el himno Veni Creator Spiritus durante la Solemnidad de Pentecostés.
Melodía Veni Creator Spiritus
Letra:
Veni Creator Spiritus,
Mentes tuorum visita,
Imple superna gratia,
Quae tu creasti, pectora.
Qui diceris Paraclitus,
Altissimi donum Dei,
Fons vivus, ignis, caritas,
Et spiritalis unctio.
Tu septiformis munere,
Digitus Paternae dexterae,
Tu rite promissum Patris,
Sermone ditans guttura.
Accende lumen sensibus,
Infunde amorem cordibus,
Infirma nostri corporis,
Virtute firmans perpeti.
Hostem repellas longius,
Pacemque dones protinus;
Ductore sic te praevio,
Vitemus omne noxium.
Per te sciamus da Patrem
Noscamus atque Filium;
Teque utriusque Spiritum
Credamus omni tempore.
Deo Patri sit gloria,
Et Filio, qui a mortuis
Surrexit, ac Paraclito
In saecula saeculorum.
Traducción:
Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fíeles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.
Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios
los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne.
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo lo nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo,
También hay una versión en español:
Fuente:www.ciprensa.com
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