POR DIEGO LÓPEZ MARINA | ACI Prensa
P. Jan Franciszek Macha / Crédito: Oficina de Comunicación Exterior de la Conferencia Episcopal Polaca
Este sábado fue beatificado el P. Jan Franciszek Macha, un sacerdote católico polaco que fue decapitado con una guillotina a manos de los nazis en 1942, durante la Segunda Guerra Mundial.
El Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, presidió la beatificación a las 10:00 a.m. (hora local) del 20 de noviembre en la Catedral de Cristo Rey en Katowice, en el suroeste de Polonia.
En la homilía de la Misa transmitida en vivo, el cardenal italiano aseguró que el testimonio de Jan Franciszek Macha “es, en la historia de la Iglesia en la Alta Silesia, una página de fe y amor verdaderamente heroicos”.
“También él murió, como el grano de trigo: fue asesinado por un sistema nazi lleno de odio hacia los que siembran el bien, para mostrar a los hombres de hoy que el dominio terrenal pasa, mientras que perdura el Reino de Cristo, cuya ley suprema es el mandamiento de la caridad”, dijo el Cardenal Semeraro.
Jan Franciszek Macha, conocido como Hanik, nació el 18 de enero de 1914 en Chorzów Stary, un pueblo de la provincia de Silesia, en el sur de Polonia. Tenía dos hermanas y un hermano.
P. Jan Macha (1914-1942). episkopat.pl.
En 1934 ingresó en el Seminario Teológico de Silesia. Fue ordenado sacerdote para la Arquidiócesis de Katowice el 25 de junio de 1939, solo tres meses antes de que la Alemania nazi invadiera Polonia.
Tras una sustitución de dos meses en su parroquia natal, el 10 de septiembre asumió el cargo de vicario en la iglesia parroquial de San José en Ruda Śląska.
Durante la ocupación, desarrolló una animada actividad caritativa entre las familias polacas afectadas por la ocupación. Era miembro de un grupo clandestino, con nombre en código Konwalia (Lirio de los valles), que ayudaba a los necesitados. También publicó el periódico clandestino Świt (Dawn).
En su homilía, que fue leída en polaco, el Cardenal Semeraro dijo que “mientras la violencia y los abusos de la guerra hacían estragos en Polonia y en todo el mundo, [Jan] entendió que solo la fe y la caridad permiten reconocer la dignidad inalienable de cada persona, creada a imagen y semejanza de Dios”.
“Desde los primeros días de su sacerdocio se puso al servicio del prójimo, emprendiendo el camino de la realización heroica del amor, camino que le llevaría más tarde al sacrificio de su vida”, subrayó.
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“Cuidó de muchas familias afectadas por la pesadilla de la guerra. Ningún sufrimiento lo dejaba indiferente: dondequiera que alguien era arrestado, deportado o fusilado, traía consuelo y apoyo material. Y no prestó atención a las diferencias de nacionalidad, religión o nivel social”, agregó.
La Gestapo, la policía secreta de la Alemania nazi, arrestó a Macha el 5 de septiembre de 1941 en una estación de tren en Katowice. Encontraron una lista de personas a las que él y sus asociados habían ayudado, así como otros documentos que mostraban que habían recolectado dinero y se lo habían dado a personas necesitadas.
Como recordó el Cardenal Semeraro, pese a que Jan Macha fue perseguido, golpeado y maltratado tras su detención, es en este largo sufrimiento que “seguía inflexible en su voluntad de imitar al Maestro, aceptando con serenidad su propia condena”.
Tras unos interrogatorios humillantes, Macha fue condenado a muerte por decapitación en una breve audiencia en Katowice el 17 de julio de 1942.
Fue ejecutado por guillotina en una prisión de Katowice a las 12:15 a.m. del 3 de diciembre de 1942, a pesar de los esfuerzos de su madre por obtener el perdón.
Unas horas antes de su decapitación, el joven sacerdote escribió en una carta a su familia las palabras que se convirtieron en su testamento: “Esta es mi última carta. En cuatro horas se ejecutará la sentencia. Entonces, cuando leas esta carta, ¡ya no estaré entre los vivos! ¡Quédate con Dios! Perdóname por todo”.
Continuó: “Voy ante el Juez Todopoderoso que ahora me juzgará. Espero que me acepte. Mi deseo era trabajar para Él, pero no me fue dado. ¡Gracias por todo! Muero con la conciencia tranquila. He vivido poco tiempo, pero creo que he conseguido mi objetivo. No desesperes. Todo estará bien. El bosque, aunque haya un árbol menos, seguirá siendo un bosque. Sin una golondrina, llegará la primavera, y sin un hombre, el mundo no se derrumbará”.
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El Cardenal Semeraro describió estas palabras como la “enseñanza suprema” de Macha.
“Jan Macha, el nuevo Beato, como un árbol cortado a temprana edad, puso los cimientos para la construcción de un hogar estable para las futuras generaciones, a las que da, con su vida sellada con su sangre, un mensaje claro: ‘Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos’”, dijo el Purpurado.
Jan Macha tenía 28 años cuando murió y solo había servido 1257 días como sacerdote. Su cuerpo nunca fue recuperado y se cree que fue incinerado en el campo de concentración de Auschwitz.
En su carta de despedida, Jan pidió a su familia que dispusiera un “rincón tranquilo en el cementerio, para que de vez en cuando alguien se acordara de mí y rezara el Padre Nuestro por mí”. Su petición fue atendida años más tarde, en octubre de 1951, cuando, por iniciativa de sus compañeros, se estableció una tumba simbólica en el antiguo cementerio de la parroquia de Santa María Magdalena, en Chorzow Stary.
A nivel diocesano, el proceso de beatificación del P. Jan Macha empezó en 2013 y continuó hasta el 5 de septiembre de 2015. La documentación se presentó entonces a la Congregación para las Causas de los Santos. El 16 de marzo de 2016 se abrió públicamente y se inició la etapa romana del proceso de beatificación.
El decreto que confirma el martirio del Siervo de Dios, Jan Macha, fue aprobado por el Papa Francisco el 28 de noviembre de 2019. El futuro beato será nombrado patrono, entre otros, del Seminario Superior de Silesia en Katowice.
La beatificación estaba programada originalmente para el 17 de octubre de 2020, pero se pospuso debido a la pandemia.
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Macha es uno de los miles de clérigos católicos asesinados durante la ocupación alemana nazi de Polonia de 1939 a 1945. Aproximadamente una quinta parte de los 10.000 sacerdotes diocesanos de Polonia fallecieron.
Los nazis mataron a 868 clérigos católicos polacos en el campo de concentración de Dachau, una vez descrito como “el cementerio de sacerdotes más grande del mundo”.
Durante la ceremonia de beatificación, el Cardenal Semeraro proclamó la fórmula de beatificación en latín y se dio a conocer una imagen de Macha.
Los miembros de la familia del nuevo beato llevaron sus reliquias al presbiterio. Las reliquias consistían en la última carta de Macha a sus padres y hermanos antes de su ejecución, un Rosario que él había hecho y un pañuelo manchado de sangre.
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“Acojan la invitación de este sacerdote, elevado hoy a los honores de los altares, para abrir nuevos espacios de encuentro con los jóvenes y comprometerlos en el servicio del Evangelio en los diferentes estados de la vida cristiana”, pidió el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos durante su homilía.
También pidió a los fieles que den los primeros pasos en el camino sinodal que el Papa Francisco propone a la Iglesia en todo el mundo.
La memoria litúrgica del Beato Jan Macha se celebrará el 2 de diciembre de cada año.
Fuente:www.aciprensa.com
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