POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Papa Francisco en encuentro ecuménico en Chipre. Foto: Captura Vatican Media
El Papa Francisco alentó a dar pasos concretos para caminar “del conflicto a la comunión, del odio al amor”, porque Dios “nos llama a no resignarnos a vivir en un mundo dividido” sino a formar “una humanidad sin muros de separación”.
Así lo dijo el Santo Padre este 3 de diciembre al participar en la oración ecuménica con migrantes en la iglesia de la Santa Cruz de Nicosia, en su segundo día de visita apostólica a Chipre.
El Santo Padre instó a que este sueño de Dios “se traduzca en un viaje cotidiano, hecho de pasos concretos que van del conflicto a la comunión, del odio al amor” y añadió que se trata de “un camino paciente que, día tras día, nos hace entrar en la tierra que Dios ha preparado para nosotros”.
Sin embargo, el Papa señaló que “en este camino, que es largo y está formado por subidas y bajadas, no nos deben asustar las diferencias entre nosotros, sino más bien, nuestras cerrazones y nuestros prejuicios, que impiden que nos encontremos realmente y que caminemos juntos” porque “las cerrazones y los prejuicios vuelven a construir entre nosotros ese muro de separación que Cristo ha derribado, es decir, la enemistad”.
Consejos para terminar con la división
En esta línea, el Santo Padre sugirió dos consejos para que en Chipre termine la división y “pueda convertirse con la gracia de Dios en taller de fraternidad”.
En primer lugar, el Papa resaltó la importancia del “reconocimiento efectivo de la dignidad de cada persona humana” porque “es el fundamento ético, un fundamento universal que está también en el centro de la doctrina social cristiana”.
Además, el Santo Padre instó a “la apertura confiada a Dios, Padre de todos” ya que “este es el ‘fermento’ que estamos llamados a ser como creyentes”.
En su discurso, el Santo Padre agradeció también a todos los participantes de este momento de oración y destacó que se trató del último encuentro de su visita a Chipre, ya que el 4 de diciembre por la mañana viajará a Atenas, la capital de Grecia.
En particular, el Pontífice agradeció al Patriarca Latino de Jerusalén, Mons. Pierbattista Pizzaballa; al Patriarca de Antioquía de los Maronitas, el Cardenal Béchara Boutros Raï; a la directora de Cáritas Chipre, Elisabeth V. Kassinis y a los cuatro jóvenes que compartieron su breve testimonio: Thamara da Silva de Sri Lanka, Maccolins Ewoukap Nfongock de Camerún, Rozh Najeeb de Irak y Mariamie Besala Welo de la República Democrática del Congo.
A Maccolins, de Camerún, el Santo Padre destacó que compartió que a lo largo de su vida ha sido “herido por el odio”. Agregó que “el odio también ha contaminado nuestras relaciones entre cristianos” y esto “deja una marca, una marca profunda que dura mucho tiempo: es un veneno del que resulta difícil desintoxicarse, es una mentalidad distorsionada que, en vez de hacer que nos reconozcamos hermanos, lleva a que nos veamos como adversarios, como rivales”.
“Su presencia, hermanos y hermanas migrantes, es muy significativa en esta celebración. Sus testimonios son como un ‘espejo’ para nosotros, comunidades cristianas”, indicó el Papa.
Al pronunciar su discurso, el Santo Padre improvisó en varias ocasiones. Entre ellas, recordó a los migrantes que no pudieron llegar a su destino y murieron, o quienes son víctimas de trata.
El Santo Padre pidió “no mirar a otra parte” ni callar ante el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas que están en lugares de tortura y esclavitud. “Esta es la historia de esta civilización desarrollada que nosotros llamamos occidente”, lamentó.
“Que el Señor despierte la conciencia de todos nosotros ante esto… pero no podemos callar y mirar a otra parte en esta cultura de la indiferencia. Que el Señor bendiga a todos ustedes, gracias”, concluyó el Papa.
El encuentro de oración ecuménica terminó con el rezo del Padrenuestro.
Fuente:www.aciprensa.com
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