POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa
En su primera homilía del año nuevo 2022, en la Solemnidad de María Madre de Dios, el Papa Francisco alentó a ser como la Virgen, que ante el “escándalo del pesebre”, es decir ante la realidad de haber dado a luz al Salvador del mundo en un lugar para animales, no se desanima sino que asume la actitud de custodiar y meditar; algo que es ejemplo para todos.
Sobre el hecho de que el Niño Jesús nace en Belén y es acostado en un pesebre, el Papa dijo: “¡Dios viene allí! ¡No hay una vía preferencial, ni siquiera hay cuna! Esta es la belleza de verlo acostado en un pesebre”. Y María “ha debido sostener ‘el escándalo del pesebre’”.
“¿Cómo tener juntos el trono de rey y el pobre pesebre? ¿Cómo conciliar la gloria del Altísimo y la miseria de un establo?”, cuestionó el Papa.
“Pensemos en el malestar de la Madre de Dios. ¿Qué cosa es más duro para una madre que ver al propio hijo sufrir la miseria? Es para sentirse desanimados. Pero ella no pierde el ánimo. No se desahoga sino que se queda en silencio. Elige una cosa distinta a la queja: ‘María, de su parte –dice el Evangelio– custodiaba estas cosas, meditándolas en su corazón’”.
El Papa destacó que, “mientras otros, frente al escándalo del pesebre, estarían tomados por la desesperación, ella no: custodia meditando. Aprendemos de la Madre de Dios esta actitud: custodia meditando. Porque también a nosotros nos toca tener que soportar algunos ‘escándalos de pesebre’”.
“Esperamos que todo vaya bien y luego llega, como un rayo en el cielo sereno, un problema inesperado. Y se crea un doloroso choque entre la expectativa y la realidad. También ocurre en la fe, cuando la alegría del Evangelio se pone a prueba por una situación dura en la que se debe caminar”.
Ante esto, continuó el Papa Francisco, “hoy la Madre de Dios nos enseña a obtener un beneficio de este choque. Nos muestra que es necesario, que es el camino estrecho para llegar a la meta, la cruz sin la cual no se resucita. Es como un parto doloroso que da vida a una fe más madura”.
“Me pregunto, hermanos y hermanas, ¿cómo cumplir este pasaje, cómo superar el choque entre lo ideal y lo real? Actuando, justamente, como María: custodiando y meditando”.
El Santo Padre resaltó que “antes que nada María custodia, es decir no se dispersa. No rechaza lo que sucede, conserva en el corazón cada cosa, todo lo que ha visto y oído. Las cosas bellas, como lo que le había dicho el ángel y lo que le había contado los pastores, pero también las cosas difíciles de aceptar: el peligro de estar embarazada antes del matrimonio y la angustia desoladora del establo donde ha parido”.
“Esto hace María: no selecciona sino que custodia. Acoge la realidad como viene, no intenta camuflar ni cambiar la vida, sino que custodia en el corazón”, dijo Francisco.
Hay además una “segunda actitud. ¿Cómo custodia María? Custodia meditando. El verbo empleado en el Evangelio evoca la relación entre las cosas: María confronta experiencias distintas, encontrando los hilos escondidos que las unen”.
El Papa subrayó que la Madre de Dios, “en su corazón, en su oración cumple esta operación extraordinaria: relaciona las cosas bellas y aquellas feas, no las separa sino que las une. Y por esto María es la Madre de la catolicidad”.
“Podemos, forzando el lenguaje, decir que por esto María es católica, porque une, no separa. Y así aferra el sentido pleno, la perspectiva de Dios. En su corazón de madre comprende que la gloria del Altísimo para por la humildad: acoge el designio de la salvación por el cual Dios debía estar en un pesebre”.
El Papa indicó que “esta mirada inclusiva, que supera las tensiones custodiando y meditando en el corazón, es la mirada de las madres, que en las tensiones no separan, las custodian y así crece la vida. Es la mirada con la que tantas madres abrazan las situaciones de los hijos”.
“Y María va así, hasta el calvario, meditando y custodiando, custodia y medita. Me vienen a la mente los rostros de las madres que asisten a un hijo enfermo o en dificultad. ¡Cuánto amor hay en sus ojos, que mientras lloran saben infundir motivos para esperar!”.
La suya, dijo Francisco, “es una mirada consciente, sin ilusiones, y sin embargo junto al dolor y los problemas ofrece una perspectiva más amplia, la del cuidado, del amor que regenera la esperanza”.
El Santo Padre señaló luego que “la Iglesia es madre, es madre así, la Iglesia es mujer y mujer así. Por esto no podemos encontrar el lugar de la mujer en la Iglesia sin reflejarla en este corazón de mujer-madre. Este es el lugar de la mujer en la Iglesia, el gran lugar del cual derivan otros más concretos, más secundarios. Pero la Iglesia es madre, la Iglesia es mujer”.
Después Francisco pidió detener la violencia contra la mujer y aseguró que “herir a la mujer es ultrajar a Dios”, por lo que pidió trabajar juntos para superar este mal que afecta a muchas en el mundo.
Para concluir, el Papa alentó a invocar a la Virgen “como hacía el Pueblo de Dios en Éfeso, repitamos tres veces su título de Madre de Dios, todos juntos: ‘¡Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios!’”.
Fuente:www.aciprensa.com
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