POR BLANCA RUIZ | ACI Prensa
Imagen referencial. Crédito: Caleb Ekeroth / Unsplash.
Mons. Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba (España), dedicó su carta semanal a los novios con motivo de la celebración del día de San Valentín este 14 de febrero.
Según destaca el Prelado, la etapa del noviazgo “es una etapa preciosa, en la que los que caminan a la santidad en el matrimonio aprenden a amar, a conocerse, a entregarse y a comprometerse para toda la vida”.
Mons. Fernández explicó que actualmente muchos jóvenes tienen miedo a casarse, por lo que “prefieren convivir como pareja a comprometerse en un matrimonio civil o por la Iglesia”, algo que “en el fondo es miedo al compromiso, es miedo al fracaso, al ver tantos matrimonios rotos por el divorcio”.
“La comunidad cristiana, desde las familias ya constituidas hasta las parroquias y los movimientos han de tener en cuenta esta situación para acompañar a los novios en algo que les parece imposible, pero que está al alcance de todos con la gracia de Dios”, subrayó.
Por eso explicó que la fiesta de San Valentín, que se celebra el 14 febrero y especialmente en este Año “Familia Amoris laetitia”, “es una ocasión para profundizar en estas dificultades y sobre todo abrirse al horizonte de Dios en este tema, del que Jesucristo ha tratado, elevando la alianza de amor de los esposos a la categoría de sacramento”.
“Aprender a amar no se hace en cuatro días, es tarea de toda la vida. Porque en el fondo se trata de crecer en la vivencia cristiana, que nos va sacando de nuestros egoísmos para hacer de nuestra vida una donación. La relación de amor no puede instalarse en la posesión, sino que ha de crecer en la donación al otro. Y esa es tarea de la gracia, que mueve a colaborar con un corazón generoso”, aseguró el Obispo de Córdoba.
En ese sentido, Mons. Fernández explicó que “el sacramento del matrimonio consagra el amor de los novios y consagra a cada uno convirtiéndole en esposo/a del otro. No le es lícito al hombre o a la mujer tomar al otro sin que Dios te lo dé. Y Dios te lo da cuando lo consagra en el sacramento del matrimonio y en la bendición por parte de Dios de ese amor que los convierte en esposos”.
Por eso, explicó que ese es el camino a recorrer por los novios cristianos: “Dejar que todo eso visible y palpable sea iluminado e inundado por la gracia de Dios, para transformarlo, para elevarlo, para hacerlo duradero en Dios”.
“Cuando el amor de los novios se queda sólo en el deseo y no arraiga en el corazón, será un amor pasajero, que deja una frustración tremenda en el corazón humano. El amor de los novios es un amor que viene de Dios y quiere ser eterno. Educarse en ese amor es tarea de toda la vida, y lo es especialmente del noviazgo”, precisó.
Por eso, en la fiesta de San Valentín el Prelado ensalzó “el amor humano transfigurado, elevado, purificado por la gracia de Dios. Ese será un amor duradero que satisfará para siempre el corazón humano de quienes son llamados al matrimonio”.
Puede leer la carta íntegra AQUÍ.
Fuente:www.aciprensa.com
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