No podía tener más hijos, gracias a la Virgen tuvo 22 y el menor podría ser beato

POR CYNTHIA PÉREZ | ACI Prensa

Cardenal Eduardo Pironio. Crédito: Facebook de la Conferencia Episcopal Argentina.

El Siervo de Dios Cardenal Eduardo Francisco Pironio es conocido en el mundo por su amor y devoción a la Virgen de Luján, pero muy pocos saben que su madre también lo fue, al punto que Dios le concedió una gracia especial por intercesión de María.

El 18 de febrero, el Papa Francisco reconoció las virtudes heroicas del Cardenal Eduardo Francisco Pironio, siervo de Dios argentino muy querido y admirado en su país por su particular espiritualidad, compromiso, amabilidad, carisma y trayectoria eclesial sobresaliente.

El Siervo de Dios Eduardo Pironio nació el 3 de diciembre de 1920 en la localidad de 9 de Julio, Argentina, y fue el menor de nada menos que 22 hermanos. El 5 de diciembre de 1943, tras cumplir 23 años, fue ordenado sacerdote en el Santuario Basílica de Luján.

En 1972 llegó a ser Obispo de La Plata, y durante su cargo sufrió graves amenazas de parte de los militares de la dictadura de Domingo Perón, que ya lo habían apresado años atrás. En 1977, el Papa Pablo VI lo llamó al Vaticano y al poco tiempo lo nombró presidente del Pontificio Consejo para los Laicos. El Purpurado falleció en Roma en febrero de 1998.

Según relatan quienes lo conocieron, el Cardenal Pironio era un gran devoto de la Virgen María, en la advocación de Nuestra Señora de Luján.

Con ocasión de la celebración de sus 50 años de vida sacerdotal, el Purpurado dijo:

“Muchas gracias, Señora de Luján, Madre de Jesús y madre nuestra, madre de todos los argentinos. En tu corazón dejo mis alegrías y mis cruces. Dejo mi ofrenda de pobre: lo poco que hice y lo mucho que no supe hacer. Dejo mi querido pueblo argentino y mi querida Iglesia que peregrina en la Argentina... Desde tu corazón, grito al Padre: ¡Fiat et magnificat!”.

Sin embargo, esa devoción no solo provenía de su estrecha relación con la Madre de Dios, sino que fue su madre quien probablemente le transmitió el amor a la Virgen de Luján, la patrona de Argentina.

El 13 de marzo de 1986, en una carta enviada al entonces historiador del Santuario de Luján, Mons. Juan A. Presas, el Cardenal Pironio relató el “milagro” que Dios le concedió a su madre por intercesión de la Virgen.

Escribió que sus padres llegaron a Argentina desde Friuli, una región del noreste de Italia, siendo dos jóvenes recién casados. Su madre tenía solo 18 años y su padre 20 años. Pronto “se establecieron en Nueve de Julio, provincia de Buenos Aires”, indicó.

El Cardenal relató que su “madre tuvo complicaciones” durante “su primer embarazo” y que por indicación médica “debió guardar seis meses de estricto reposo”. Además, dijo que recibió una muy mala noticia: no volvería a ser madre.

“El médico le dijo que no podría tener más hijos, porque ciertamente moriría”, explicó.

Fue en medio de aquella difícil situación que la misericordia del Señor se manifestó en su familia y le concedió a su madre una especial gracia.

El siervo de Dios escribió que, por aquel entonces, Mons. Francisco José Alberti, quien era Obispo Auxiliar de La Plata, “llegó a pasar” por la localidad donde vivía su madre. Ella acudió “a confesarse con él” y “le contó el caso”, indicó.

Tras escucharla, Mons. Alberti animó a su madre a tener mucha fe en Dios, quien es capaz de hacer posible lo imposible, y le ofreció rezar por ella a María Santísima.

“Señora, los médicos también pueden equivocarse; tenga confianza en el Señor. Yo ahora voy a celebrar la Misa en el altar de Nuestra Señora de Luján por usted”, dijo Mons. Alberti a su madre, según el Cardenal Pironio.

Finalmente, su madre no solo logró dar a luz a su segundo hijo y sobrevivir, sino que llegó a tener decenas de hijos, de los cuales el último está camino a los altares.

“Total que mi madre vivió hasta los 82 años y tuvo 22 hijos. Yo soy el último de ellos”, concluye el siervo de Dios en su carta.


Fuente:www.aciprensa.com

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