¡Feliz Fiesta de San Juan Bosco! ¡Viva Don Bosco!
Cada 31 de enero, la Iglesia Católica celebra al santo patrono de la juventud, San Juan Bosco, el santo cuya vida fue la realización de estas -sus propias- palabras: “Uno solo es mi deseo: que sean felices en el tiempo y en la eternidad”.
Giovanni Melchiorre Bosco, conocido por todos como Don Bosco, fue el fundador de diversas comunidades religiosas, agrupaciones e iniciativas que componen lo que se denomina como la Familia Salesiana. Por su dedicación a la formación de niños y jóvenes fue declarado “Padre y maestro de la juventud” por el Papa San Juan Pablo II el 24 de mayo de 1989.
El sueño
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Don Bosco nació el 16 de agosto de 1815 en I Becchi, Castelnuovo, Piemonte (Italia). Cuando tenía tan solo dos años, su padre murió, y fue su madre, la Sierva de Dios Margarita Occhiena, la que se encargaría de él y de sus hermanos.
A los nueve años, el pequeño Juan tuvo un sueño que lo marcaría para siempre. En él vio una multitud de niños que peleaban entre sí y blasfemaban. Juan, furioso, se abalanzó contra la horda de infantes e intentó callarlos yéndose a los golpes. El sueño se había tornado en pesadilla, cargada de impotencia y rabia, hasta que de pronto, entre los niños, apareció Jesús.
El Señor lo increpó a fin de que se calmara y deje de propinar más golpes. Ese no era el camino. Jesús le dijo entonces que para ganarse la confianza y el respeto de los muchachos, debía hacerlo con mansedumbre y caridad.
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Al instante, Cristo le estaba mostrando a quien sería su guía y maestra en esa tarea: la Virgen María.
La Madre de Dios, María Auxiliadora, que ahora ocupaba el foco de su sueño, le indicó que mirara en dirección hacia donde estaban los muchachos. Juan volteó y lo que vio lo dejó atónito: ya no estaban los niños, sino un grupo numeroso de animales salvajes, pero que empezaban a transformarse paulatinamente en mansos corderitos. En ese preciso momento, la Virgen se le acercó y le susurró al oído: “A su tiempo lo comprenderás todo”.
Creciendo de la mano de Jesús y de María
Poco a poco, en Juan fue creciendo un gran interés por los estudios, así como el deseo de ser sacerdote. Soñaba con ayudar a esos niños abandonados que no iban a la escuela.
En la medida en que crecía en la vida espiritual, aumentaban las ganas de aprender cosas para poder aconsejar a los pequeños.
No obstante, para lograr alcanzar sus sueños, Juan tuvo que pasar por momentos difíciles. A veces se veía obligado a estar lejos de casa por algún trabajo temporal, o pasar largas horas desempeñando algún oficio. Hasta que, de pronto, eso que parecía penoso o duro, empezó a transformarse ante sus ojos. Juan estaba aprendiendo muchas otras cosas a través del trabajo, estaba aprendiendo las cosas que enseñaría en el futuro a sus muchachos, esas que ayudarían a que cada uno pueda ganarse el sustento.
(El artículo continúa después)
Fuente:www.aciprensa.com
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