Independencia de Chile: No hay bien común sin bien espiritual, dice Cardenal

POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa

Cardenal Celestino Aós en el Te Deum ecuménico este sábado. Crédito: Iglesia.cl

En su homilía del Te Deum Ecuménico de acción de gracias por la independencia de Chile, el Cardenal Celestino Aós, Arzobispo de Santiago, recordó que no puede haber desarrollo ni bien común universal si es que no hay antes bien espiritual y moral.

“La alienación social y psicológica y las numerosas neurosis que caracterizan las sociedades opulentas, remiten también a este tipo de causas espirituales. No hay desarrollo pleno ni un bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo”, dijo el Purpurado en la Catedral de Santiago este sábado 18 de septiembre, según informa el sitio web del episcopado chileno.

“La verdadera religión es adorar a Dios y amar al prójimo: si queremos preservar la fraternidad en la tierra no podemos perder de vista el cielo; el más allá de Dios nos remite al más acá del hermano”, expresó el Cardenal ante diversas autoridades eclesiásticas y civiles como el presidente de Chile, Sebastián Piñeira.

El Arzobispo dijo también que hacer el mundo más justo no consiste solo en cambiar estructuras y crear instituciones, sino que “se refiere también al carácter moral de las personas, lo que la cristiandad entiende como permitir a las personas ser más como Cristo”.

El ser humano “se desarrolla cuando crece espiritualmente, cuando su alma se conoce a sí misma y la verdad que Dios ha impreso germinalmente en ella, cuando dialoga consigo mismo y con su Creador. Lejos de Dios, el hombre está inquieto y se hace frágil”, aseguró el Purpurado chileno.

El Cardenal pidió a Dios que bendiga a los gobernantes, legisladores, magistrados y miembros de la Asamblea Constituyente; y dio gracias por quienes trabajan por proteger los valores no negociables, de los que habla el Papa Emérito Benedicto XVI en la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis de 2007.

“El respeto y la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de los padres para elegir el modelo y el establecimiento de educación de los hijos, la promoción del bien común en todas sus formas y la subsidiariedad del Estado que respeta la autonomía de organizaciones y colabora con ellas”, indicó.

El Cardenal Aós dijo luego que “la libertad de culto no es simplemente una libertad de pensamiento, y que queda en el fuero interno, sino que ‘el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe’”.

El Purpurado recordó asimismo que “la importancia de la ecología es hoy indiscutible. Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente” y preció que existe también una ecología humana “que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo”.

“El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admite que no se ha creado a sí mismo. Así, y solo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana”.

Pandemia y solidaridad

El Arzobispo de Santiago dijo luego que Chile ya está saliendo “del pozo de la pandemia y asustados buscamos afanosamente el progreso, el desarrollo”.

Pese a tener muchos recursos, continuó, resultan “escandalosos los fraudes y malversaciones; escandalosa es la corrupción y la violencia, la desigualdad y la injusticia”, y afirmó que las causas de subdesarrollo suelen originarse en el olvido del deber de la solidaridad.

“Esto se manifiesta especialmente en las inequidades masivas que el mundo experimenta en el nivel global, nacional y regional: algunos grupos gozan de un tipo de súper desarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones de pobreza, precariedad y aun miseria”.

“Rezamos con dolor y vergüenza” por los compatriotas e inmigrantes que “malviven en los campamentos y en los jardines y calles; por los que tratan de buscar solución al problema”.

En ese sentido, el Cardenal resaltó que “donde reinan la pobreza y la ignorancia, la violencia fundamentalista arraiga más fácilmente. El camino a la paz no se encuentra en las armas y la violencia sino en la justicia”.

El Purpurado dio gracias “por todos los que se esmeran por una mejor salud y por una salud que alcance a todos” y por los que “buscan ayudar a quienes tanto sufren víctimas de abusos eclesiales y de violencia civil, violencia familiar o de género etc. ¡Ilumina y fortalece la libertad de cada uno de nosotros para que no vuelvan a repetirse atropellos y delitos y para que encontremos formas de alivio y sanación!”.

“Ya no es tiempo de alianzas de unos contra otros, sino de buscar en común soluciones a los problemas de todos. Necesitamos verdad y diálogo para cultivar los fermentos de unidad y reconciliación; a dialogar se aprende con ejercicios de diálogo, no con meras lecciones teóricas; pero tampoco aprenderemos a dialogar automáticamente y sin esfuerzo”.

El Arzobispo de Santiago destacó luego que “nadie sobra en Chile. Necesitamos puestos de trabajo dignos y salarios justos y los pedimos por intercesión de san José; necesitamos el apoyo de cada una de las chilenas y chilenos en los procesos de elecciones y de expresión de nuestros pensamientos y valores, etc.”.

“Necesitamos la ayuda del Señor Jesucristo, nuestro Salvador, para que se cumpla su oración ‘que el amor con que me amaste esté en ellos; también yo esté en ellos’”, subrayó.

Al inicio de la Acción de Gracias, el Cardenal Aós recordó a las víctimas del coronavirus y rezó un responso por los fallecidos durante la pandemia.

Durante la liturgia de la palabra y la oración universal en el Te Deum Ecuménico, participaron las diversas confesiones cristianas y también hubo palabras de los representantes de las comunidades judías y musulmana.

El evento terminó con el solemne himno del Te Deum, interpretado por el coro y orquesta del Arzobispado; una oración final y bendición, así como la interpretación del himno nacional.

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Fuente:www.aciprensa.com

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