POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa
Papa San Juan XXIII. Crédito: Vatican Media
El 25 de noviembre de 1881, hace exactamente 140 años, nació en Bérgamo (Italia) Angelo Giuseppe Roncalli, quien se convertiría en el Papa Juan XXIII, conocido como el “Papa bueno” y que convocó el Concilio Vaticano II, el evento eclesial más importante del siglo XX.
Angelo Roncalli fue el cuarto de 13 hermanos. Fue bautizado el mismo día de su nacimiento. Recibió la Confirmación y la Primera Comunión en 1889; en 1892 ingresó en el Seminario de Bérgamo, donde estudió Humanidades, Filosofía y dos años de Teología.
En el seminario, y con solo 14 años, empezó a escribir unos apuntes espirituales que fueron recogidos en el Diario de un alma.
El 1 de marzo de 1896, el director espiritual del Seminario de Bérgamo, P. Luigi Isacchi, lo admitió en la Orden Franciscana Seglar, cuya regla profesó el 23 de mayo de 1897.
De 1901 a 1905 fue alumno del Pontificio Seminario Romano. En este tiempo hizo también un año de servicio militar. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904 en la iglesia de Santa María in Monte Santo, en la Piazza del Popolo en Roma.
En 1905 el Obispo de Bérgamo, Mons. Giacomo Maria Radini Tedeschi, lo nombró su secretario, cargo que desempeñó hasta 1914.
La biografía oficial del Vaticano explica que “durante estos años tuvo la oportunidad de conocer en profundidad a los santos pastores, San Carlos Borromeo (del que publicó las Actas de la visita apostólica realizada a Bérgamo en 1575), San Francisco de Sales y el entonces Beato Gregorio Barbarigo”.
Cuando en 1915 Italia entró en la Primera Guerra Mundial fue movilizado como sargento de sanidad. En 1916 pasó a ser capellán castrense en hospitales militares y coordinador de la asistencia espiritual a los soldados. Al terminar la guerra, fundó la “Casa del estudiante”, y en 1919 fue nombrado director espiritual del seminario.
En 1921 comenzó en el servicio diplomático del Vaticano. Llamado a Roma por el Papa Benedicto XV como presidente para Italia del consejo central de la Pontificia Obra para la Propagación de la Fe, recorrió la península para organizar los círculos misioneros.
En 1925 el Papa Pío XI lo nombró visitador apostólico para Bulgaria. Fue consagrado obispo el 19 de marzo de 1925. Estuvo en Bulgaria hasta finales de 1934.
El 27 de noviembre de 1934 fue nombrado delegado apostólico en Turquía y Grecia. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, estaba en este último país.
Intentó recabar información sobre los prisioneros de guerra y puso a salvo a muchos judíos sirviéndose del “visado de tránsito” de la Delegación Apostólica.
El 6 de diciembre de 1944, el Papa Pío XII lo nombró Nuncio Apostólico en Francia.
Durante los últimos meses de la guerra y los primeros de la paz, ayudó a los prisioneros y se preocupó por la normalización de la Iglesia en el país.
El 12 de enero de 1953 fue creado cardenal y el 25 designado Patriarca de Venecia.
Tras la muerte de Pío XII, fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958 y tomó el nombre de Juan XXIII.
En sus cinco años como Pontífice, indica la biografía oficial del Vaticano, “el mundo entero pudo ver en él una imagen auténtica del buen pastor. Humilde y atento, decidido y valiente, sencillo y activo, practicó los gestos cristianos de las obras de misericordia corporales y espirituales, visitando a los encarcelados y a los enfermos, acogiendo a personas de cualquier nación y credo, comportándose con todos con un admirable sentido de paternidad”.
Escribió las encíclicas sociales Mater et magistra (Madre y maestra) en 1961 y Pacem in terris (Paz en la tierra) en 1963.
Convocó el Sínodo Romano, instituyó la comisión para la revisión del Código de Derecho Canónico y convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II.
Este evento fue inaugurado en 1962 por San Juan XXIII y clausurado en 1965 por San Pablo VI. Como resultado se realizó un cuerpo de doctrina que busca promover la fe católica en el mundo, renovar la vida cristiana, adaptar la liturgia y alentar la acción de los laicos en la vida de la Iglesia.
San Juan XXIII murió la tarde del 3 de junio de 1963, al día siguiente de Pentecostés.
Fue declarado beato por el Papa San Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000 en la Plaza de San Pedro, durante la celebración del Jubileo del 2000.
El Papa Francisco lo canonizó, junto a San Juan Pablo II, el 27 de abril de 2014, en una multitudinaria Misa en la que también participó el Papa Emérito Benedicto XVI, por lo que es recordado como “el día de los cuatro Papas”.
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