No tengo miedo porque con Dios estoy firme, dice obispo amenazado de muerte

POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa

Mons. Rubén Darío Jaramillo. Crédito: Diócesis de Buenaventura

El Obispo de Buenaventura, Mons. Rubén Darío Jaramillo Montoya, dijo no tener miedo a las amenazas que ha recibido por parte de hombres armados en esa región de Colombia y que no teme porque con Dios está firme.

Mons. Jaramillo es Obispo de Buenaventura desde 2017. En esta ciudad se ubica uno de los principales puertos de Colombia. Su labor anunciando el Evangelio y denunciando la violencia, el narcotráfico y el crimen organizado le han ocasionado más de una amenaza por parte de hombres armados; pero también el respaldo de sus hermanos obispos.

Recientemente resurgieron las amenazas, lo que hizo que la Conferencia Episcopal de Colombia publicara el 7 de febrero un video en el que se expresó la gran preocupación de los obispos por la integridad de Mons. Jaramillo.

“Nos preocupa enormemente la vida de Mons. Rubén Darío Jaramillo, el Obispo de Buenaventura. Él, como buen pastor y llevando en el corazón el dolor de su gente, ha denunciado lo que está pasando allí: cómo los actores armados se han ensañado en esta región contra esa población”, afirma en el video el P. Darío Echeverri, secretario general de la Comisión de Conciliación Nacional (CCN).

“Y como ha tenido la valentía, el valor profético de denunciar lo que allí está pasando, ahora él es la víctima. Le han prohibido acercarse a las regiones de su diócesis. Le tienen vetados ciertos lugares”, explicó el sacerdote.

En diálogo con ACI Prensa, Mons. Jaramillo dijo que pese a todo no tiene miedo.

“Para nada. No tengo miedo porque el que está con Dios está firme. No me interesa la vida mía, sino la de toda la comunidad. No tengo temor, sigo caminando las calles, yendo de un lugar a otro”, resaltó el Obispo.

“Lo que menos voy a hacer es encerrarme o irme huyendo. Estoy al frente de una comunidad que necesita que alguien hable, que alguien levante la voz, y aquí seguiremos con la protección de Dios y lo que nos brinda el Estado colombiano”, destacó el Prelado, que cuenta con cuatro agentes de seguridad desde hace ya un tiempo.

“Ahora más que nunca se necesita personas que puedan ayudar a buscar un horizonte a esta difícil situación que vive toda la población de Buenaventura”, dijo el Prelado a ACI Prensa.

“Estamos pasando una ola de violencia terrible en la zona rural donde están ensañados: en la zona del Naya, en San Juan y Bajo Calima, en Cisneros que es la entrada natural vehicular. En todos los lugares de acceso hay presencia de hombres fuertemente armados atemorizando a la población y haciendo daño a la vida de las personas”, lamentó el Obispo.

Mons. Jaramillo denunció que estos hombres armados “quieren cercar Buenaventura y hay que seguir levantando la voz para que el Estado colombiano y la comunidad internacional sepan que se necesita, no solo a la policía y el ejército, sino otras medidas más amplias y esa es la tarea en la que estamos luchando con toda la comunidad”.

A fines de enero, la Defensoría del Pueblo solicitó actuar ante el desplazamiento de al menos 700 personas que huyen de “la intimidación y amenazas de hombres armados”, que se identifican como miembros de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, conocidas también como Clan del Golfo.

Según informó el diario El Colombiano, el primer grupo de desplazados fue reportado el jueves 20 de enero, cuando 11 familias indígenas wounaan llegaron a la capital del Valle del Cauca ante las amenazas e intimidaciones recibidas en Buenaventura.

Al día siguiente arribaron otras 60 familias.

Buenaventura y los territorios aledaños están expuestos a la violencia de bandas criminales y de grupos armados que se disputan esta zona estratégica para la salida de sustancias ilícitas y para el contrabando, además de ser el principal puerto de mercancías del Pacífico colombiano.

Otra de las causas de la violencia en Buenaventura es la división de la banda La Local en dos facciones: Los Shotas y Los Espartanos, que se disputan el territorio.

En su video, el P. Echeverri afirma que “los actores armados deben dejar de ensañarse contra esta pobre población: afrodescendientes, indígenas y colonos de todo el país. ¡Que haya paz en Buenaventura, que cese esta triste guerra!”.
Las amenazas contra Mons. Jaramillo

El Obispo de Buenaventura explicó a ACI prensa que en diciembre de 2021 debía viajar a la zona del Bajo Calima para presidir algunas ceremonias de Confirmación, en un lugar que solía visitar dos o tres veces al año.

“El párroco me llamó urgente y me dijo que no fuera porque había unos hombres que estaban preguntando por mí, hombres de algunos de esos grupos en esa zona vinculados con el narcotráfico, preguntando insistentemente cuando iba yo, algo que era muy peligroso”, relató.

Entonces “no pude bajar, no pude ir a esa zona y tocó traer a los niños de esas confirmaciones aquí al casco urbano para poder celebrar esos sacramentos”.

Ya antes de diciembre, continuó el Prelado, “un campesino y catequista de las veredas (poblaciones pequeñas apartadas) me informó que algunos hombres armados en las zonas rurales preguntaron insistentemente cuándo iba yo a esa zona”.

Varias comunidades, precisó el Obispo, le han dicho “‘no venga porque están haciendo disparos o corre peligro su vida’. No es fácil, no solo para el obispo sino para toda la comunidad”.

“Tener la vida hoy ya es un milagro porque en cualquier momento puede suceder un atentado contra la vida de las personas en general o contra el obispo”.

El Obispo de Buenaventura dijo también a ACI Prensa que no sabe a quién “está incomodando con las denuncias, las palabras evidenciando lo que está pasando en el territorio”.

El Prelado colombiano dijo que esto “incomoda a algunos poderosos que quieren que esto se mantenga en silencio. No dejan que nadie denuncie y no les interesa que hable la gente ni que nadie evidencie lo que está pasando en Buenaventura”.

“Los que nos atrevemos a hacerlo, pues corremos este tipo de riesgos”.

El viernes 4 de febrero el Obispo sobrevoló Buenaventura para bendecirla, pidiendo al Señor por el fin de la violencia.

El Prelado indicó a ACI Prensa que no pudo ir “a esas zonas por el peligro de que disparen a la nave, pero sí lo hicimos en la zona urbana”.

“Oramos para pedirle a Dios que mueva los corazones de los violentos para que no atenten contra sus hermanos”, concluyó.


Fuente:www.aciprensa.com

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