“La voz del más allá” que casi mata a Don Bosco por un pacto sobrenatural



Estampa de Don Bosco. Crédito: ANS / Imagen referencial de puerta y luz. Crédito: Pixabay


“Fue la primera ocasión en que recuerdo haber tenido miedo; un miedo y horror tales que caí gravemente enfermo hasta situarme a las puertas de la muerte”, escribió Don Bosco sobre “una voz del más allá” que escuchó por un pacto sobrenatural.

En la autobiografía de San Juan Bosco titulada “Memorias del Oratorio de San Francisco de Sales”, escrita por mandato del Beato Pío IX, el santo cuenta que en la escuela conoció a un joven lleno de virtud y misterio llamado Luis Comollo.

Luis era muy tímido, por lo que solía recibir golpes y burlas de sus compañeros abusivos. El joven Bosco, cansado de los maltratos, un día salió en su defensa y agarró a uno de ellos por los aires para tirarlo contra los malos estudiantes.

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Comollo, en cambio, le dijo que Dios quería que todos se amen, no que se golpeen, hecho que impactó e impresionó a Juan.

Se hicieron tan amigos que el futuro santo a veces cometía errores solo para recibir la corrección fraterna de Luis, su guía y motivación. El fundador de los salesianos señala que de él aprendió “a vivir como cristiano”.

Lo único que Juan no imitó eran sus duros y constantes ayunos y mortificaciones, que hacían que se debilitara su salud.

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Una profecía y un pacto

Ambos ingresan al seminario y, en unas vacaciones, Luis fue a visitar a Juan. Durante ese tiempo rieron, se divirtieron mucho y hablaron de la fe y la santidad.

En ese año la cosecha de uvas no fue buena, por lo que Bosco le comentó a su amigo que el siguiente año tendrían un mejor vino. Luis respondió: “Tú lo beberás”. Juan trató de animarlo, pensando que estaba deprimido, pero el rostro de Luis se llenaba de alegría al hablar de la vida eterna.

Cierto día, luego de leer vidas de santos, los amigos decidieron pactar que el primero que muriera debía volver a contarle al otro si se había salvado.

Tiempo después, el seminarista Comollo falleció y fue enterrado. Juan albergaba la pena de haber perdido a su mejor amigo, pero recordaba la promesa que se habían hecho.

Relata Don Bosco que alrededor de las 11:30 p.m., cuando él y los seminaristas se encontraban en un gran dormitorio común, se empezó a escuchar en el pasillo un fuerte ruido como el de una carreta jalada por caballos.

Fuente:www.aciprensa.com

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